Una mujer de verdad siempre tiene su pieza limpia y ordenada, y el cesto de la ropa vacía. Va siempre bien arreglada y perfumada, es fina, no dice malas palabras y se comporta correctamente en todo momento, lugar o circunstancia. Le sobra paciencia para atender a su familia, siempre tiene una sonrisa en los labios y una frase amable para todos.
Estoy comenzando a sospechar que soy hombre.
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